miércoles, 25 de noviembre de 2009

calle tomada

La calle es un ámbito real, concreto y a la vez social y simbólico, un espacio en (y de) lucha, en el que los distintos actores buscan dejar una huella, transformarla o sobrevivirla. La ciudad, más allá de su definición moderna, urbanística y geopolítica, genera una red social en permanente transformación.


El discurso artístico ha representado, modificado e imaginado la ciudad en innumerables ocasiones, desde las proyecciones en perspectiva del Renacimiento a los edificios envueltos de Christo, de arquitecturas utópicas de Xul Solar a las señalizaciones del GAC. Pero desde finales de los ’60, no sólo ha considerado la calle como un posible espacio de circulación, sino que la ha incorporado como nuevo soporte, como significante y significado y como espacio de acción, transformando al transeúnte en espectador desprevenido, interpelándolo, enfrentándolo a la experiencia estética o a la reflexión y la denuncia.

Distintos artistas y grupos argentinos, produciendo en nuestro país o en el exterior, han debatido y teorizado sobre el rol de la calle en el arte, sobre la necesidad de producir para un público más amplio que el visitante de museo, considerándolo un receptor activo que debe completar o interpretar lo que el productor propone.


Las innovaciones de la vanguardia y la expansión de los límites del arte en las tendencias contemporáneas han permitido alternar soportes y técnicas, dejando de lado los lenguajes tradicionales para articular el stencil con la performance, la intervención urbana con el graffiti, el mural con la pancarta. Las categorías de arte urbano, callejero o público1 engloban estas experiencias que se han constituido gradualmente, a fuerza de revisiones teóricas y reinterpretaciones sociológicas, en otra forma de manifestación artística. Caracterizadas por su alejamiento de los cánones tradicionales y del amparo de las instituciones, manteniendo un parentesco con la estética del shock de los dadaístas y el vandalismo, pueden rastrearse antecedentes inmediatos en el Mayo Francés y en los graffitis neoyorkinos de los ’70. El arte urbano interviene la ciudad, ya sea con un objetivo meramente estético o tomándola como “escaparate del conflicto”, generando nuevos recorridos o resignificando los predeterminados.


En 1969, Vigo proponía producir un arte tocable, con errores, contradictorio, basado en la actividad (en lugar de la contemplación), y en la presentación (en reemplazo de la exposición), en el que la acción de señalamiento trascienda la funcionalidad de los objetos cotidianos. Y en 1971 decía:


“A la calle hay que proponerle. No es más que eso, señalarle. No debemos corregir al transeúnte, ni cambiar su ritmo, éste debe continuar con el tratamiento del paisaje rodeante-cotidiano, pero debe ser ‘revulsionado’ en forma constante por ‘propuestas nuevas’ basadas en ‘claves mínimas’”


En estos textos Vigo anticipaba (y practicaba) una forma de arte revulsivo, no elitista, fuera del circuito institucionalizado, que provocara una reacción o reflexión en el espectador-transeúnte. Esta concepción de la calle no como espacio de circulación de “la obra” sino como ámbito de producción, como espacio del lenguaje, es la que permanece hoy en las distintas variantes del arte público: un artista/grupo que opera sobre el espacio cotidiano, lo transforma, lo disputa e interpela al transeúnte a que lo mire, lo rechace o lo revalore en cualquier caso, pero nunca que lo ignore.


El CAEV (Centro de Arte Experimental Vigo) conserva la producción y el archivo personal de Edgardo Antonio Vigo, que incluye obras y documentación (manifiestos, cronologías, correspondencia, catálogos, etc.), además de un importante archivo sobre otros artistas contemporáneos locales e internacionales.


El equipo del CAEV, junto a distintos colaboradores3, ha sistematizado un cúmulo de información y documentación que Vigo había recopilado durante toda su vida. Al interés de Vigo por registrar los sucesos artísticos locales, teorizar y acopiar documentación, se agrega la investigación de las tendencias artísticas experimentales contemporáneas (arte-correo, poesía visual, arte conceptual, performance) conformando un archivo de avanzada para la época.


Continuando con esta línea, el CAEV se propone relevar e investigar una de las tendencias locales contemporáneas: el arte urbano local (stencil, graffiti, intervenciones y acciones performáticas) que tendrá como resultado una exposición que articule documentación y producciones originales de los distintos artistas y colectivos.


El equipo del CAEV se propone construir con los artistas y colectivos participantes un panorama del arte urbano local, una reflexión sobre las producciones contemporáneas desde la contemporaneidad. Construir desde la intervención en el espacio del museo y no desde la “representación” de lo ya realizado.

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