sábado, 7 de noviembre de 2009

La calle: escenario del arte actual (1971)

“... los museos y las colecciones están saturados;
pero el espacio real aún existe...”
LES LEVINE


El arte de la mitad del siglo XX se destaca por la pretensión constante de QUEBRAR LO HEREDADO (negar para seguir... todo siguió igual). Es que el artista quiso hacer la REVULSIÓN utilizando los medios ambientales y una exagerada (egocéntrica) terminología que hace ya mucho perimió. El deseo de ser institucionalizado “artista” como lo que ello implica, ha sido una prueba que cuesta superar. Hoy, el panorama se aclara. Este nos ofrece un NO VA MÁS!!! de la terminología y una posibilidad nueva: el ESPACIO REAL, abierto, cotidiano, y de difícil traslación, vía trasmisión-transitada.

Por supuesto que este quebrar de ámbito exige a quien lo practica el QUEBRANTAMIENTO interno de su PROPIA ACTITUD. En ésta está la base fundamental de la utilización del NUEVO ESPACIO AMBIENTAL, deberá el ”proyectista”(1)* sacudir dentro de sí mismo la figura que querrá representar en el futuro y jugarse a las pérdidas y ganancias que toda nueva actitud presupone.

EL NUEVO ESCENARIO

Variar el sistema que nos rige y cambiar las estructuras clásicas en cuanto a medios que movieron el arte hasta nuestros días, romper con los habitáculos, salir y ganar la calle, forman en su todo la “NUEVA ACTITUD DE LOS AGITADORES DEL DÍA Y DE LA NOCHE” (2)* que se proponen realizar por vez primera una “revulsión” que no sea únicamente formal y estética sino de CAMBIO REAL DE VIDA. La “obra” pesa y crea una serie de limitaciones reales (la posesión de la misma y por consiguiente su acumulación), detiene nuestra dinámica, y posteriormente nos atrapa para señalarnos un destino de pequeño burgués. La posesión de la obra pone en marcha el concepto de “contemplación” y ésta se satisface en la medida que poseamos variados elementos para que la misma, entre diversificación y comparación, dé índice de valores en cambios sucesivos de apreciaciones.

“REVULSIONAR” (3)* es la palabra para la ACTITUD límite del arte actual, y para ello, insistimos, la “obra” se perime para dar paso a otro elemento: LA ACClÓN. Esta está basada preferentemente en despertar actitudes de tipos generales por planes estéticos abiertos, y que buscan dentro de ese terreno expandir su acción revulsiva a otros campos. No hay otro método posible que batallar dentro del plano estético (por supuesto dentro del campo del arte) para conseguir ese cambio, pero el cambio “revulsivo” no debe ser únicamente en las formas de la cosa, sino en la profundidad y propio interior de la misma, y si buscamos lo interior llegaremos a lo mental, es decir a la PROPUESTA más que a la realización. Esta deberá ser concretada por la participación (4)* posterior y enjuiciamiento, uso o descarte de las someras claves propuestas. Esta, a su vez, no se convierte en un tirano condicionador de libertades de ACCIÓN sino, por el contrario, promueve asistemáticamente (5)*.

Cuando JULlEN BLAINE propone su “acción posteriormente concretada” en Clermont, a 60 km de París, nos dice:

“UNA CIUDAD: REVOLUClÓN. Esta mañana ustedes encontraron a su ciudad rebautizada: los carteles indicadores de las rutas de acceso no llevaban ya el nombre de la CIUDAD DE USTEDES sino indicaban la dirección de la REVOLUClÓN. Algunos vehículos -acaso también de ustedes- circulaban con un afiche. “MIREN LA REVOLUCIÓN EN MARCHA”. Esta nueva demostración queda a disposición de cada uno. Una CIUDAD-REVOLUCIÓN, ciudad hasta aquí apacible, por un cierto tiempo angustiada por la pregunta qué es LA REVOLUCIÓN EN MARCHA”.

PROPOSICIONES

A la calle hay que proponerle. No es más que eso, señalarle. No debemos corregir al transeúnte, ni cambiar su ritmo, éste debe continuar con el tratamiento del paisaje rodeante-cotidiano, pero debe ser “revulsionado” en forma constante por “propuestas nuevas” basadas en “CLAVES MÍNIMAS”. La función del “proyectista” será la de indicar simples elementos que permitan un “hacer” posterior legando al receptor las mayores posibilidades de desarrollo. Acá no hay detención del transeúnte para volcarles elementos de re-creación, sino proponerle, exigirle QUE HAGA. Si el ARTE DE CONSUMO se ha constituido en una forma de alineación, como contrarréplica, se deberá PROPONER más que HACER. La calle no acepta ideas ni teorías extrañas a ella misma, UN ARTE EN LA CALLE no es sacar lo viejo a tomar sol (acercamiento pedagógico del arte tradicional enclaustrado) ni tampoco ‘armar formas nuevas que disfrazan su ancianidad’, sino una NUEVA ACTITUD (lúdica) que concilie todos los elementos inherentes a ella misma.

Si el urbanismo y la arquitectura han coayudado a dar mayores posibilidades al hombre de hoy fuera, que dentro de su “ámbito familiar” (vida exterior y su alto porcentaje en relación con el vivir interior-urbanístico) el arte debe dar una respuesta para que esa CALLE sea asimilada, VIVIDA INTERIORMENTE, cotejada, propuesta, cambiante, VIVENClADA la direccionalidad del ARTE DE CONSUMO ha hecho que ella pierda PLASTICIDAD (impacto de la propaganda reiterativa, anulación de necesidades no consultadas por uno mismo), para recuperarla se proponen los PROYECTOS A REALIZAR (6) *.

PROYECTO A REALIZAR

Un tarjetón indicando una “CLAVEMÍNIMA” y un elemento (que puede ser sustituido), nos invita a realizar un acto que podemos simplemente modificar por otro. Basado en su lectura, la realización de nuestro “PROPIO ACTO”. Expliquemos: tomar una tiza, marcar una cruz (o cualquier otro centro geométrico o no), dentro de ese centro o alrededor del mismo hacer un giro de 360º (que puede ser menor o plural), sumar una variante respecto al horizonte que podemos modificar al ponernos en puntas de pié, o en cuclillas (por qué no descender y apoyar nuestro cuerpo literalmente en el suelo), con cualquiera de estas posibilidades y su ejercitación usted ha realizado UN PASEO VISUAL A LA PLAZA RUBÉN DARÍO (Proyectista: Edgardo-Antonio Vigo. Propuesta: UN PASEO VISUAL A LA PLAZA RUBÉN DARÍO, Buenos Aires, Centro de Arte y Comunicación (CAyC), 1970).

La no existencia de la obra, la no necesidad de estar presente, la efimeridad del estar, la posibilidad “abierta” a concretar disímiles “ACTOS” a los propuestos nos convierte a todos en “HACEDORES” (léase tradicionalmente “CREADORES”) de situaciones y no consumidores apriorísticamente digitados. El “señalamiento” desencadena, no limita.

SEÑALAMIENTO

Para definirlo transcribiré mi declaración en oportunidad del primer señalamiento titulado: MANOJO DE SEMÁFOROS (La Plata, 19 de octubre de 1968), extractos de la misma, por supuesto:

“Se propone: no construir más imágenes alienantes sino SEÑALAR aquellas que no teniendo intencionalidad estética como fin, la posibilitan.

Una “revulsión” para que el “hombre despersonalizado” que la construyó observe “personalizado” al ser señalada esa construcción.

Una vuelta a lo urbanístico cotidiano como activación de la sociedad hacia el proceso estético.

Se proclama: LA CALLE albergadora del objeto señalado presenta a las estructuras estéticas y constantes del hombre, la posibilidad de estar presente en nuestro diario transitar y no estar cobijadas... Lo colectivo de su vivir, lo demográfico, son factores que el arte no debe dejar de testimoniar. Son señales que marcan una época. Pero éstas no deben “REPRESENTARSE” sino “PRESENTARSE”.

... En consecuencia el hombre debe llegar a la comunicación mental por medio de los pesados bagajes del concepto pasivo de la cosa para ser un observador-activo-participante de un cotidiano y colectivo elemento señalado”.


Edgardo-Antonio Vigo, 1971

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